Una joven autista que depende de su madre para subsistir, dos esquizofrénicos diagnosticados, una campesina visionaria, un antiguo barbero comunista devenido en diplomático y un excéntrico ermitaño refugiado en el monte. ¿Qué tienen en común?: Los seis son cubanos, han vivido en precarias condiciones materiales, carecen de estudios artísticos y -cada uno por su lado- tienen una interesante trayectoria dentro del Outsider Art.
La investigadora y crítica de arte Yaisis Ojeda Becerra ha reunido hábilmente en La piel del grito (Editorial Hypermedia, España, 2022) las entrevistas realizadas por ella a estos creadores autodidactas, que de otra manera serían para muchos de nosotros unos perfectos desconocidos. Confieso que por dos veces he leído con placer este libro; y tanto o más que las atractivas obras de los artistas entrevistados me han emocionado los testimonios de sus trayectorias vitales, sus lúcidas observaciones sobre la naturaleza humana, sus particulares universos interiores, sus dramas personales y el incondicional impulso creativo que da verdadero sentido a sus vidas.
Más allá del disfrute estético que provoca el conocimiento de la sugestiva obra de unos creadores intuitivos y nada ortodoxos, La piel del grito constituye una sólida defensa de los seres humanos “imperfectos”, esos que a menudo desechamos atendiendo a su minusvalía síquica o actitudes sociales poco convencionales. Seres ajenos al egoísmo, la vanidad, la hipocresía, la envidia, el odio, la maldad. Seres que con sus filosofías de vida y espontáneas obras de arte dignifican a la raza humana.
"El espejo sirve para verse la cara; el arte, para verse el alma", escribió hace un siglo George Bernard Shaw.
La piel del grito no solo nos permite entrever el alma de su autora y de sus entrevistados; también, si nos lo proponemos, coloca nuestra propia alma frente al espejo.