lunes

EL MIRLO Y EL PETIRROJO

Sigo el paso de las estaciones por las aves que revolotean en mi patio.
La primavera y el verano son, básicamente, de los mirlos. Siempre hay una pareja que pronto ve aumentada la familia por la súbita aparición de uno o dos pichones de color más claro que sus padres. Así, en la época de los días largos, el canto del mirlo me despierta por las mañanas desde el tejado de la casa.


Pero con el otoño llega una pareja de petirrojos. No sé si será siempre la misma, pero aparece el día menos pensado y durante los meses del otoño-invierno desplaza a los mirlos del patio. En el tiempo de los días cortos, del frío y la lluvia, el petirrojo macho anuncia con su canto la llegada de cada nuevo amanecer, posado exactamente en el mismo sitio donde en los meses del calor reinara el mirlo.



A mediados de septiembre los amaneceres suelen ser particularmente luminosos en el sitio donde vivo.


Y esta mañana, con la llegada del sol, he visto de nuevo al mirlo y al petirrojo compartir el tejado por primera vez en este año. El mirlo aún en su trono, en lo más alto; el petirrojo unos metros más abajo, listo para ocupar su sitio con la llegada de la primera gran borrasca. Ambos nos anuncian que agoniza este verano y un nuevo otoño está a las puertas de nuestras vidas.



Ojalá que el mirlo y el petirrojo pudieran convivir  juntos todo el año, anunciando a dúo cada nuevo día que nos es dado bajo el sol.

 

jueves

QUÉ SERÁ

A comienzos del año 2000, justo antes de la llegada del nuevo siglo, yo solía sentarme por las tardes en la puerta de mi casa, viendo a la gente pasar por la calle de mi vida. Faltaba poco tiempo para el viaje definitivo a España; culminaba una etapa y empezaba otra, llena de esperanzas e incertidumbres.
Sentado en la puerta, por lo general sin camisa y descalzo, tarareaba una y otra vez la letra de "Qué será", la canción de José Feliciano, por esa época un cantautor poco divulgado en Cuba.

Pueblo mío que estás en la colina
Tendido como un viejo que se muere
La pena, el abandono,
Son tu triste compañía
Pueblo mío te dejo sin alegría

Mis amigos ya se fueron casi todos 
Y los otros partirán después que yo 
Lo siento, porque amaba
Su agradable compañía
Mas es mi vida y tengo que marchar....
 

Qué será, qué será, que será
Qué será de mi vida, qué será,
En la noche mi guitarra
Dulcemente sonará
Y una niña de mi pueblo llorará...

Quince años después de haber partido, regresé a Santa Clara y desde la puerta de la que fuera mi casa miré de nuevo la calle de mi vida. Poco había cambiado. La ciudad continuaba agonizando y las rutinas de siempre anidaban en ella. Tal y como anticipara la canción de Feliciano, muchos de mis amigos habían marchado después que yo, y los que optaron por seguir allí languidecían a la espera de alguna llamada de sus hijos; porque los hijos de los que se quedaron, terminaron marchando ellos mismos.

Tantos años después, la mayor parte de los sueños que me impulsaron a partir se han cumplido. Ha pasado el tiempo, trayendo nuevas esperanzas y nuevos sueños; y hoy como ayer, ahora sentado en el jardín de mi nueva casa, sigo tarareando el estribillo de la vieja canción de Feliciano:

Qué será, qué será, qué será
Qué será de mi vida, que será...
▶ José Feliciano Que será


martes

SPLENDOR IN THE GRASS

En 1798 el poeta inglés William Wordsworth escribió su "Oda a la inmortalidad", poema que en 1961 inspiró a Elia Kazan la realización de la película "Esplendor en la hierba", considerada una de las obras maestras de la historia del cine.
Y gracias a mi buen amigo ALP, ayer descubrí una bellísima canción de Pink Martini, "Splendor in te grass" (2009), inspirada también en el más que bicentenario poema de Wordsworth. Esta es la canción:
  ▶ Pink Martini - Splendor in the Grass | Official Music Video - YouTube

Este es el texto del poema original de Wordsworth:


Aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.
Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.
En aquella primera simpatía
que habiendo sido una vez, habrá de ser por siempre,
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la
muerte.

Gracias al corazón humano, por el cual vivimos,
gracias a sus ternuras, a sus alegrías y a sus temores,
la flor más humilde, al florecer,
puede inspirarme ideas que, a menudo,
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.

¿Por qué escribo todo esto hoy? Porque quiero compartir con ustedes una canción, película y poema que me parecen magníficos. Además, hoy cumplo 64 años, y para mi generación también empiezan a quedar atrás los días de "Esplendor en la hierba"... 


viernes

EL PRIMER DÍA DE LA PRIMAVERA

Mañana tenue, templada, amable. La luz del sol acaricia las hojas del limonero del patio, vistiéndole de un dorado inefable. Silencio total, paz absoluta en el aire, sensación de bienestar. Es en el silencio donde mejor se comprenden los ruidos de la vida.

Un gorrión pasa volando, feliz, rumbo al nido que está construyendo; y los mirlos escarban la tierra en busca de los primeros insectos de la temporada. La naturaleza estira sus brazos y bosteza.

Hoy comenzó la primavera, hubo un eclipse de sol y se abrieron las primeras margaritas de mi patio. Hoy le pido humildemente al Creador que haga cumplir nuestros mejores sueños, los tuyos y los míos.