martes

DIEGO


Nunca pensé que me sentiría cómodo en la importantísima posición de abuelo-colaborador. Porque una cosa es ser abuelo y amar con hechos a la descendencia, y otra diferente convertirse en ese venerable señor mayor que -en lo que a nietos compete- se limita a colaborar en lo que le piden que haga y buenamente puede. En realidad, hasta hace poco, mi esquema mental no estaba nada preparado para la tierna realidad del abuelato.


Pero el tiempo pasa y yo, que pensaba que eso sólo le ocurría a los demás, ya soy abuelo. Acabo de descubrir que sigo empeñado en la construcción de utopías, cuando en realidad me encuentro demasiado cerca de la edad en que debemos concentrar los esfuerzos en garantizar la cada día más cercana jubilación. Mal asunto, cuando de la vida real se trata.


"Bien -me decía antes de la llegada de Diego-, tendremos un nieto super guay. Pero no adelantaré ni un segundo a la vejez y sólo me sentiré abuelo -de los de solera- cuando pueda llevarle solo a pescar en bote, cuando él esté en condiciones de aprender los pequeños secretos que esconde el monte y tenga la madurez necesaria para emprender algún largo viaje a la raíz, de esos que necesitan interprete; cuando sea capaz de entender y recordar las historias de mi medio siglo de "batallitas". Y para que ese momento llegue aún deben pasar, al menos, siete años. Puedo dormir tranquilo, todavía no soy ese pre anciano colaborador de oficio que el mundo espera de mí".

Como suele suceder, me equivoqué.


Y aquí van dos pequeños videos fotográficos dedicados a mi pequeñuelo del alma, y a sus padres, tíos, y a los otros abuelos; porque todos vivimos pendientes de nuestro maravilloso Diego, que acaba de cumplir sus primeros cuatro meses en este mundo.


La música, no podía ser de otra manera, brota de los pianos de Bebo y Chucho Valdés, padres y abuelos ambos dos inclusive.


EL EMBARAZO




DIEGO, DE OCTUBRE DE 2008 A ENERO DE 2009: CUATRO MESES




ÉSTO VA POR TODOS LOS ABUELOS, Y POR AQUELLOS BENDITOS QUE ESTÁN EN CAMINO DE SERLO