En el capítulo 23 de El cementerio de Praga (novela publicada en 2010) Umberto Eco pone en boca de un personaje, agente del zar de
Rusia, el siguiente parlamento:
"... El enemigo para ser reconocible y temible debe estar en casa, o
en el umbral de casa. De ahí los judíos. La divina providencia nos los ha
dado, usémoslos, por Dios, y oremos para que siempre haya un judío que temer y
odiar. Es necesario un enemigo para darle al pueblo una esperanza. Alguien ha
dicho que el patriotismo es el último recurso de los canallas: los que no
tienen principios morales se suelen envolver en una bandera, y los bastardos se
remiten siempre a la pureza de su raza… La identidad nacional es el último
recurso para los desheredados. Ahora bien, el sentimiento de la identidad se
funda en el odio, en el odio a los que no son idénticos. Hay que cultivar el
odio como pasión civil. El enemigo es el amigo de los pueblos. Hace falta
alguien a quien odiar para sentirse justificados en la propia miseria. Siempre.
El odio es la verdadera pasión primordial. Es el amor el que es una situación
anómala. Por eso mataron a Cristo: hablaba contra natura. No se ama a nadie
toda la vida, de esta esperanza imposible nacen el adulterio, el matricidio, la
traición del amigo… En cambio, se puede odiar a alguien toda la vida. Con tal
de que lo tengamos a mano, para alimentar nuestro odio. El odio calienta el
corazón".
Y leyendo esta novela del maestro Eco, vino a mi mente el Mensaje a los
pueblos del mundo a través de la Tricontinental, medular documento del
Comandante Ernesto Che Guevara (publicado por primera vez en forma de
folleto el 16 de abril de 1967), que en uno de sus párrafos señala:
"El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal".
Nada
ha cambiado desde entonces. Donde alguien que odia dice con desprecio judío, también puede decir musulmán, capitalista, comunista, facha, independentista, negro, racista, ateo, religioso, pacifista, homosexual...
Cambian los nombres y los pretextos según quien sea el profeta, pero el principio en que se basa esta brutal reflexión permanece
inalterable desde el comienzo de los tiempos: fomentar en el pueblo el odio a
un enemigo, real o inventado, como el mejor y más asqueroso recurso para
mantener el poder.
Y MIENTRAS TANTO, EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO, LA GENTE INOCENTE CONTINÚA ALIMENTANDO CON SU ÚNICA VIDA AL INSACIABLE ODIO DE TURNO
Gaza, noviembre de 2023 - El pueblo palestino emparedado entre el terrorismo de Hamás y la despiadada actuación del estado de Israel.