lunes

LA MEIGA Y EL ALBAÑIL (FRAGMENTO)

...  Acababa de enterrar a su padre, muerto precisamente el día en que se cumplía un año del fallecimiento de su madre. Ahora, bien lo sabía, debía casarse y tener un hijo; pero antes necesitaba saber para qué debía él traer un hijo a este mundo. Podía tenerlo y ya, como le habían tenido a él, por instinto y para perpetuar la especie; pero necesitaba razones más convincentes que el amor nacido del instinto. La muerte de sus padres acababa de inocularle la inquietante sospecha de que la vida no es más que un corto y agónico sueño sin sentido. Necesitaba viajar, ir tan lejos como fuera preciso para encontrar al verdadero sentido de su vida, si es que existía. Ya sabía que se puede viajar sin salir de casa, porque en realidad todos los viajes transcurren en el tiempo, que nunca deja de correr. Pero aún así él creía que si caminaba lo suficiente podía hallar antes a sus razones.  Iría a pie, rumbo al norte, cruzando el río del olvido. Necesitaba hallar las razones que le permitieran explicarle a su futuro hijo por qué le había traído a esta vida. Si no encontraba esas razones, seguiría triste y todo acabaría en otro sueño sin sentido. Quería encontrar las razones imprescindibles para seguir adelante en el camino de su vida y pensaba que las encontraría si caminaba lo suficiente rumbo al norte ...