Cuando llegué a Vigo, hace once años, este abeto era un arbolito navideño que alguien prefirió plantar a arrojarlo en el contenedor de la basura
Y Diego ni siquiera constituía un lejano sueño en la mente de sus padres
Un árbol y un niño pueden ser la mejor manera de resaltar lo bueno que puede traer consigo el paso del tiempo.
Todo lo que hagas con el corazón crecerá y dará fruto a su tiempo, aún cuando nunca llegues a saberlo.