martes

MAN

- Moriré un día y el museo seguirá por mí. Una  vez que yo esté muerto váis a entender mi vida -dijo Man aquella tarde en la playa de Traba.

Tras su afirmación, permaneció un buen rato en silencio. Y pensé que al alemán de Camelle, formado en una cultura tan diferente, le resultaba difícil expresarse con claridad en nuestro idioma; o tal vez el hermetismo formara parte de su particular forma de ser, o constituía la amarga secuela de una infancia lacerada, ¿quién podría afirmarlo? En estas cosas pensaba cuando un delfín solitario apareció de improviso en la orilla de la playa. Durante un segundo sacó la cabeza fuera del agua, se viró de lado y nos observó con una mirada en la que creí percibir sentimientos; una mirada casi humana. Mientras se sumergía de nuevo en el océano, bañado por el tibio sol del atardecer, el cuerpo del delfín adquirió un tono  gris-rosáceo y la mirada cómplice del animal se quedó en mí como un saludo, una caricia, un mensaje, una mano extendida. Man exhibía su melancólica sonrisa, contento con la presencia del animal...
"Una vez que esté muerto váis a entender mi vida" dijo el alemán de Camelle aquella tarde del delfín en la playa de Traba. Han pasado más de diez años de la muerte de Man y las autoridades responsables de su museo siguen sin querer entender nada de nada.

Noticia publicada hoy en La Voz de Galicia:
(fotografía original de Manolo Posse)