Una pareja discute en la acera. Varios perros callejeros ladran si parar; y los de la pelea, evidentemente borrachos, les mandan a callar con gritos.
Yadira (así dice ella que se llama) vocifera: “¡Hoy te moriste para mí!”, y la tropelosa voz de un hombre acorralado le responde: “Lo hice sin darme cuenta, coño”.
Una bronca que dura toda la madrugada. La pareja grita obcecada, los perros ladran en un coro interminable y yo -acosado por el insomnio- me pregunto si esta trifulca acabará en tragedia; o si, como suele suceder, mañana por la noche volverán estos dos a besarse bajo mi balcón.