Todos alguna que otra vez hemos sido unos comemierdas, cualidad inherente a la naturaleza humana de la que nadie puede escapar. El problema está cuando actuar como un comemierda se convierte en una actitud permanente ante la vida. Situación que no afecta solo al comemierda en sí, sino a quienes le padecen y no lo merecen.
Luego de largos años estudiando concienzudamente el tema, he llegado a la conclusión de que en este mundo hay tres tipos básicos de comemierda: el iluso, el estúpido y el fanático.
El comemierda iluso vive inmerso en un mundo irreal, creado por su imaginación, lo que le lleva a sufrir continuos y dolorosos desengaños. Este tipo de comemierda merece conmiseración.
El comemierda estúpido carece de la inteligencia necesaria para saber lo que debería saber. Necesita apoyo externo para sobrevivir con éxito, y se le debe tender una mano solidaria cada vez que lo precise.
El comemierda fanático es muy peligroso. Defiende apasionadamente creencias u opiniones que ha asumido con los ojos cerrados, atacando a menudo con violencia a todo el que no acate sus ideas. Con demasiada frecuencia son utilizados como punta de lanza en contiendas políticas o religiosas, y es muy grande el daño que pueden causar a los demás. Este tipo de comemierda en verdad da miedo.
Dejar de ser un comemierda integral es difícil, aunque no imposible. En este sentido hay tres actitudes bien diferenciadas:
La del que se da cuenta que ha estado comiendo mierda y lucha por salir del estercolero.
La del que es incapaz de comprender que está comiendo mierda y persevera en ello hasta el final.
La del que sabe que está comiendo mierda y lo disfruta a conciencia.
Bien sé, estimado lector o lectora, que al valorar estos profundos razonamientos que hoy pongo a tu disposición puedes pensar que yo también soy un comemierda. Y quizás tengas razón, pero en vez de criticarme a mí ¿Por qué no aprovechas mejor el tiempo y te analizas a ti?