ATARDECER EN LA HABANA (Foto de Adolfo Capote Gaviero)
“La Habana –se dijo el Viejo,
que había adquirido desde hacía algún tiempo la costumbre de hablar consigo
mismo-. A menudo me pregunto cómo andará La Habana y me digo que sería
maravilloso volver a caminar por El Malecón, por la calle Obispo, por La Rampa, Miramar, Marianao, Mantilla, Cojímar; sentarme una vez más en Coppelia, en el
cine Payret, abrazar las palmas reales del Parque Central, descansar a la sombra de la ceiba de El Templete. Pero
tengo miedo a volver y descubrir que las cosas no son ya lo que eran. Una vez
amé con toda mi alma a esa ciudad en la que viví la parte más feliz de mi
existencia, de donde salí hace casi 20 años y adonde nunca más he regresado."
"Todo el mundo quiere ahora ir a La Habana, al eterno calor del trópico, a conocer
gente alegre y vivir disímiles aventuras; al país en que todo es distinto, al lugar donde todo es posible. Muchos quieren ir “antes de que aquello cambie” a
conocer una ciudad que se cae a pedazos, detenida en el tiempo; que está
llena de consignas y susurros, que sufre lo indecible y se carcajea de sus propias miserias –y siguió diciéndose el Viejo-. ¿Qué pasa con esa ciudad, La Habana, que
llama tanto la atención? A fin de cuentas una ciudad no es más que eso: un
lugar donde vive gente de todo tipo, con calles, plazas, cierto clima más o menos soportable, ruinas y edificios
de reciente construcción. En el fondo todas las ciudades son iguales. Y La Habana no es más
hermosa, ni más histórica, ni más extraordinaria que cualquier otra capital del
mundo. Creo que es ese nombre, La Habana, el que nos hace sentir atraídos por
ella. La Habana, hembra cálida y sensual que con tu nombre despiertas utopías y apetitos innombrables. Tu nombre huele a mulata, a ron, a galán de noche y salitre, a pasión y desparpajo. Tu nombre suena a tambores y a ballet clásico. Tu nombre define el sitio donde un mar enamorado abraza a esa inefable tierra
verde tan llena de luz, y de nostalgia por aquellas cosas que desde siempre
anhelamos y nunca llegaremos a poseer."
Fragmento de "PECES ROJOS EN LA LUVIA", mi primera novela, que hoy cumple diez años... con demasiada frecuencia las cosas que un día escribo terminan cumpliéndose en el tiempo...