martes

YO NO TE PIDO

Yo no te pido que me bajes una estrella azul, solo te pido que mi espacio llenes con tu luz.

Yo no te pido que me firmes diez papeles grises para amar, solo te pido que tú quieras las palomas que suelo mirar.

El pasado no lo voy a negar, el futuro algún día llegará y del presente, qué me importa la gente si es que siempre van a hablar.

Sigue llenando este minuto de razones para respirar. No me complazcas, no te niegues, no hables por hablar.

Yo no te pido que me bajes una estrella azul: solo te pido que mi espacio llenes con tu luz QUERIDO PABLO.
 



No te volveremos a abrazar; ni tus ojos atentos, tan llenos siempre de cómplice afecto, nos verán. Que un día esto nos iba a pasar a todos ya lo sabíamos tú y yo hace más de cincuenta años, pero en ese entonces no nos importaba demasiado... El final parecía tan lejano!!

RECITAL DE JOAQUÍN SABINA Y PABLO EN EL TEATRO MONUMENTAL DE MADRID - ABRIL DE 1994

https://www.rtve.es/play/videos/musica-en-el-archivo-de-rtve/concierto-fundacion-pablo-milanes/6741446/

 

 

sábado

CARMINA, CINCO AÑOS SIN TI

  Al partir me dijiste que viajarías de estrella en estrella, y una noche cualquiera regresarías para develarme los misterios que dan vida a la buena poesía.

Han pasado cinco años ya, e impaciente espero por ti.

¿O quizás eres tú quién, feliz, me esperas  allá?

  


jueves

DISECCIÓN DEL COMEMIERDA

  Todos alguna que otra vez hemos sido unos comemierdas, cualidad inherente a la naturaleza humana de la que nadie puede escapar. El problema está cuando actuar como un comemierda se convierte en una actitud permanente ante la vida. Situación que no afecta solo al comemierda en sí, sino a quienes le padecen y no lo merecen.

Luego de largos años estudiando concienzudamente el tema, he llegado a la conclusión de que en este mundo hay tres tipos básicos de comemierda: el iluso, el estúpido y el fanático.

El comemierda iluso vive inmerso en un mundo irreal, creado por su imaginación, lo que le lleva a sufrir continuos y dolorosos desengaños. Este tipo de comemierda merece conmiseración.

El comemierda estúpido carece de la inteligencia necesaria para saber lo que debería saber. Necesita apoyo externo para sobrevivir con éxito, y se le debe tender una mano solidaria cada vez que lo precise.

El comemierda fanático es muy peligroso. Defiende apasionadamente creencias u opiniones que ha asumido con los ojos cerrados, atacando a menudo con violencia a todo el que no acate sus ideas. Con demasiada frecuencia son utilizados como punta de lanza en contiendas políticas o religiosas, y es muy grande el daño que pueden causar a los demás. Este tipo de comemierda en verdad da miedo.

 

  Dejar de ser un comemierda integral es difícil, aunque no imposible. En este sentido hay tres actitudes bien diferenciadas:

La del que se da cuenta que ha estado comiendo mierda y lucha por salir del estercolero.

La del que es incapaz de comprender que está comiendo mierda y persevera en ello hasta el final.

La del que sabe que está comiendo mierda y lo disfruta a conciencia.

Bien sé, estimado lector o lectora, que al valorar estos profundos razonamientos que hoy pongo a tu disposición puedes pensar que yo también soy un comemierda. Y quizás tengas razón, pero en vez de criticarme a mí ¿Por qué no aprovechas mejor el tiempo y te analizas a ti?

 


 

viernes

SIN ÁNIMO DE OFENDER "Al que le sirva el sayo..."

   Para domesticar la inconformidad de sus súbditos, las dictaduras suelen valerse de una pléyade de intelectuales a los que paga y mima, amenazando de paso con el ostracismo a aquellos que osen cuestionar la línea oficial. Cuando se trata de controlar el pensamiento de la gente siempre resulta más eficaz la autocensura que la censura directa, y eso lo saben muy bien las dictaduras.

  Hace veinte siglos el historiador romano Tácito definió a la autocensura como la dulce inercia: la renuncia a trasgredir la escala de valores vigente con el fin de evitarse conflictos y, si es posible, obtener algún beneficio personal. Al igual que muchos de los intelectuales cubanos residentes en la isla, Tácito vivió en una época sumisa, en la que, para sobrevivir, los inconformes callaban y obedecían.

  En Cuba el eje alrededor del cual gravita buena parte de la vida cultural no es solo la omnipresente censura del poder, sino, sobre todo, el miedo interior de sus creadores, que para subsistir dependen literalmente del gobierno. Por esa razón -por ejemplo- muchos de nuestros escritores y periodistas critican con vehemencia, sin conocerlas más que por referencias, situaciones tan terribles como la emigración africana en el Mediterráneo e ignoran olímpicamente el drama de su país; de sus hijos, hermanos y nietos que hoy mismo se juegan la vida atravesando Centroamérica en busca de una esperanza que saben perdida en su patria. Durante más de sesenta años, millones de cubanos han escapado a cualquier otro lugar del mundo dejando atrás una estela incalculable de muertos, dolor, separación, angustia. Pero lo que le interesa a estos intelectuales nuestros es denunciar lo que ocurre en el Mediterráneo -a ocho mil kilómetros de distancia- ocultando lo que ocurre delante de sus ojos, con su propia gente. ¿Cómo calificar a esta actitud?

  Y lo de la sangría migratoria es solo un ejemplo porque lo mismo puede decirse de la corrupción imperante en la isla, de las crecientes e injustas desigualdades sociales, del desastre crónico de la economía, de la aplastante represión de los disidentes... Señalar con acritud lo malo que ocurre lejos y ocultar con un manto de silencio lo malo que ocurre en la propia casa, ésa parece ser la esencia de la dulce y suicida inercia nacional.

   Más que rechazo o repulsión, esta actitud de muchos de nuestros intelectuales lo que me provoca es una enorme pena y tristeza. Porque bien sé que buena parte de ellos, a fuerza de repetirlas con los ojos cerrados, han llegado casi a creerse las mentiras que desde hace demasiadas décadas les dicta el poder.

  Por supuesto que cada cual es libre de escribir lo que estime conveniente, y también esclavo de la cobardía que le amordaza. A quién crea que le sirve este sayo, que se lo ponga.