martes
viernes
LA PALABRA Y SU HIJA BASTARDA, LA MENTIRA
Llevaba mucha razón el apóstol Pablo cuando definió a la lengua como una espada de dos filos. El poderoso efecto de las palabras no depende solo de quien las dice, sino también de quien las interpreta y divulga. Porque los humanos, por lo general, entendemos lo que queremos entender -lo que consideramos que en ese momento nos conviene- y no precisamente lo que nos han querido decir.
Por todo lo anterior, incluso en la más sencilla conversación debe existir un grado de atención y comprensión mutua entre los que hablan. ¿Cuántas relaciones se han roto por una frase mal dicha o interpretada? ¿Cuánto sufrimiento interno puede calmar una palabra tan sencilla, si es sincera, como perdóname? Las palabras, meros sonidos lanzados al viento, a menudo generan poderosos sentimientos en quienes las escuchan. Sentimientos que terminan materializados en hechos, realidades positivas y negativas.
La palabra es madre de dos criaturas: la verdad y la mentira. La verdad es relativa, puede haber tantas posibles verdades sobre un hecho determinado como posiciones desde las que se mira ese hecho; la mentira, en cambio, es absoluta: quien miente sabe perfectamente que lo que dice no es cierto.
A nivel global, aunque por vergüenza lo
neguemos, la mentira es la piedra angular sobre la que se ha construido buena parte de la civilización humana: ha fabricado falsos héroes, religiones totalitarias, guerras terribles, ideologías perversas, genocidios imposibles de creer; construido y deconstruido la historia, educando a generaciones, y a
naciones enteras, en el error -léase también horror- intencionado...
Si repites sin cesar, alto y claro, una mentira la gente terminará creyéndola y podrás llevar a tus creyentes a donde te dé la gana. Eso lo saben muy bien los predicadores, los políticos, los vendedores de cualquier cosa, los periodistas asalariados, los poetas comprometidos y los ideólogos que controlan a esos fanáticos estúpidos que no tienen ni la más mínima idea sobre el significado de las palabras con que ensucian nuestras paredes.
domingo
FALACIA DE LA INFORMACIÓN
En este mundo contemporáneo, donde la comunicación satura todas las esferas de la intimidad, más que nunca antes somos esclavos de las informaciones que recibimos.
¿Por qué escribo todo esto hoy? Debe ser porque estoy hasta las mismísimas trancas de tanto telediario repetido, redes sociales repletas de "amigos" y "seguidores" nunca vistos, periódicos necesitados de lectores, blogs como el mío, mensajes de origen desconocido reenviados cien mil veces por wasapp, y también de las fake news envenenadas de la puñetera vecina sorda de la esquina.
lunes
SOMOS
¿Qué
misterio esconde el interior de cada ser humano? Somos ínfimas y efímeras partículas de vida, inmersas en un Universo a nuestros ojos infinito; pero a la vez,
cada uno de nosotros es un colosal Universo interior. Porque, además de cuerpos físicos, somos los sentimientos y emociones que mueven esos cuerpos. Y al igual que ciertas fuerzas inmutables rigen
el funcionamiento del universo exterior, hay fuerzas que gobiernan nuestro universo
interior.
En realidad, conocemos mucho más de lo que ocurre fuera que de lo que ocurre dentro de nosotros mismos. ¿Sabemos exactamente quién es y de qué es capaz en cada momento aquel con quien convivimos codo a codo? Pero es que, ¿acaso controlamos la magnitud y el sentido de nuestras propias emociones? ¿Podemos anticiparnos a nuestros pensamientos y reacciones? ¿Somos capaces de refrenar todos nuestros impulsos? Somos marionetas en manos de nosotros mismos. Somos esclavos de los sentimientos encontrados que luchan en nuestro interior. Somos veletas zarandeadas por el viento incontrolable del espíritu; o de la bioquímica, si por casualidad todavía es usted un ate@ convencido.
miércoles
FELIZ NAVIDAD!
https://www.youtube.com/watch?v=ZZeaEVuMxkw
Felíz Navidad y Próspero Año nuevo, amig@s!! (La guerra ha acabado, si tú lo quieres)
martes
SOBRE EL POETA Y LA POESÍA
Todo lo construido en este mundo primero fue un sueño, un proyecto en la mente de alguien. Da igual que sea una silla, un libro, una canción o una nave espacial. Y las cosas que hacemos, las decisiones que tomamos, parten siempre de un pensamiento inicial. Cuando el mundo se hizo, lo primero fue el Verbo. Un amigo me dijo una vez que las guerras las comienzan los poetas con discursos emocionados y las terminan los soldados con la fuerza de las armas, y es verdad.
La poesía es el sentimiento hecho palabra. La gente no entiende la importancia de leer poesía. Es como que te rieguen el alma. La comida alimenta el cuerpo, pero la poesía alimenta el alma, que es tan importante o más que el cuerpo.
La poesía esa del “tuyo y el mío”, del “si no me quieres muero” me interesa poco. La acepto porque tiene cosas hermosas, pero prefiero los poemas dirigidos al espíritu. Lo que necesitamos los seres humanos es un despertar espiritual, una conciencia superior. Y tampoco es tan necesario entender intelectualmente la poesía que uno lee: lo importante es sentirla en el corazón, que te erice la piel. La gran poesía es una puerta abierta a la verdad.
El poeta congrega o disgrega, da o quita el ansia de vivir. El poeta crea imaginando, sueña la eternidad. El poeta es el toque, el anunciador, el mensajero. ¿Qué hacía Shakespeare? Ir de pueblo en pueblo llevando un mensaje que muchos no entendían. Eso es lo que han hecho los grandes bardos de todos los tiempos. ¿Qué pasa con la poesía esta de los “intelectuales”? Ningún mensaje hay, porque hablan de sí mismos y nada más. Y el poeta, el verdadero, debe transmitir sentimientos profundos a los demás.
El poeta nace, no se hace. Y debe sentirse libre para poder crear. Nadie se gradúa de poeta en la universidad, esa carrera no existe en ningún lugar. El estudio te ayuda a mejorar el lenguaje, pero la emoción, el mensaje nacido del alma, eso solo te lo da la divinidad. Hay seres que escriben y escriben y no pasa nada, pero hay otros seres que son un destino.
Recuerdo ahora este pasaje de Tagore que tantas veces recité:
¿Quién eres tú, lector, que dentro de cien años leerás mis versos?
No puedo enviarte ni una flor de esta guirnalda de primavera, ni un solo rayo de oro de esa nube remota.
Abre tus puertas y mira a lo lejos.
En tu florido jardín recoge los perfumados recuerdos de las flores, hoy marchitas, de hace cien años.
Y te deseo que sientas, en la alegría de tu corazón, la viva alegría que floreció una mañana de primavera, cuya voz feliz canta a través de estos cien años.
Y aquí estoy hoy, un siglo más tarde, recordando los versos de Tagore.
Todo lo que el cuerpo da se va a la tierra en un momento determinado, incluyendo el cerebro. El mensaje del poeta es la eternidad, lo que de alguna manera siempre va a estar vivo.
Carmina Benguría
Solo el amor construye