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martes

LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS DE NUESTRAS VIDAS

  Pescar no es solo atrapar peces. Pescando se aprenden ciertas cosas: a escudriñar los sutiles misterios de la naturaleza, a compartir riesgos y experiencias con socios de aventuras, a meditar en las cosas que a uno le interesan o preocupan… Pescando se mantiene al cuerpo en forma, se limpia y oxigena la mente, y a veces hasta se captura un pez.

   Hace pocos días estuve en el embalse de Eiras, buscando esas agresivas black bass que tanta emoción procuran a los pescadores de agua dulce. Y en un momento de absoluta paz, justo antes del amanecer, para llamar la atención de las bass se me ocurrió lanzar una piedra al agua.

 

    La piedra cayó con un sonoro plomb, formando en la superficie sucesivos círculos concéntricos que se expandían lentamente. Pensé entonces (ya se sabe que soy fruto de un parto complicado) que yo era esa piedra y que cada uno de los círculos eran las líneas de mis afectos: el primer círculo lo formaban mi esposa, hijos y nietos; el segundo los familiares cercanos y los amigos entrañables, el tercero los compañeros de múltiples batallas… y así sucesivamente, hasta llegar al último y difuso círculo de mis filias personales.  

 Todos nuestros afectos forman parte de un conjunto de círculos concéntricos en cuyo centro está la piedra que uno es; pero no todo es esencial ni tan importante como esas primeras circunferencias, que son las que dan lugar a las siguientes y les preceden en importancia. El error que (movidos por un estúpido interés personal o por resentimientos estériles) a menudo cometemos es priorizar los afectos lejanos en detrimento de los cercanos. Este es el caso de quien, por ejemplo, está obsesivamente involucrado en la tarea de recuperar los restos de su bisabuelo asesinado durante la Guerra Civil de 1936 y al mismo tiempo es incapaz de dedicarle a sus padres, a sus hijos, a su pareja, a sus hermanos vivos el tiempo, el cariño y la comprensión que ellos necesitan y esperan.

Y donde puse Guerra Civil podemos poner cualquier otra cosa: desde el fútbol de primera división y los avatares  íntimos del famosillo de turno hasta la tan ansiada por algunos revolución social.

viernes

LA PALABRA Y SU HIJA BASTARDA, LA MENTIRA

  La palabra, hablada y escrita, es un arma muy importante, peligrosa incluso para quienes nos valemos de ella. Una sola palabra lanzada al viento puede cambiar vidas, para bien o para mal. Por eso el lenguaje personal hay que medirlo muy bien, pues con tus palabras puedes destruir un ser o construirlo, abrir caminos o cerrarlos, hacer crecer sentimientos puros o malsanos, torcer voluntades o encausarlas. Por ejemplo, lo que se les dice a los niños, lo que ellos escuchan en boca de los mayores, lo están grabando en su mente constantemente. Y los niños de hoy son los hombres y mujeres del mañana que está a la vuelta de la esquina.

Llevaba mucha razón el apóstol Pablo cuando definió a la lengua como una espada de dos filos.  El poderoso efecto de las palabras no depende solo de quien las dice, sino también de quien las interpreta y divulga. Porque los humanos, por lo general, entendemos lo que queremos entender -lo que consideramos que en ese momento nos conviene- y no precisamente lo que nos han querido decir.  

Por todo lo anterior, incluso en la más sencilla conversación debe existir un grado de atención y comprensión mutua entre los que hablan. ¿Cuántas relaciones se han roto por una frase mal dicha o interpretada? ¿Cuánto sufrimiento interno puede calmar una palabra tan sencilla, si es sincera, como perdóname? Las palabras, meros sonidos lanzados al viento, a menudo generan poderosos sentimientos en quienes las escuchan. Sentimientos que terminan materializados en hechos, realidades positivas y negativas.

  La palabra es madre de dos criaturas: la verdad y la mentira. La verdad es relativa, puede haber tantas posibles verdades sobre un hecho determinado como posiciones desde las que se mira ese hecho; la mentira, en cambio, es absoluta: quien miente sabe perfectamente que lo que dice no es cierto. 

A nivel global, aunque por vergüenza lo neguemos, la mentira es la piedra angular sobre la que se ha construido buena parte de la civilización humana: ha fabricado falsos héroes, religiones totalitarias, guerras terribles, ideologías perversas, genocidios imposibles de creer; construido y deconstruido la historia, educando a generaciones, y a naciones enteras, en el error -léase también horror- intencionado...

Si repites sin cesar, alto y claro, una mentira la gente terminará creyéndola y podrás llevar a tus creyentes a donde te dé la gana. Eso lo saben muy bien los predicadores, los políticos, los vendedores de cualquier cosa, los periodistas asalariados, los poetas comprometidos y los ideólogos que controlan a esos fanáticos estúpidos que no tienen ni la más mínima idea sobre el significado de las palabras con que ensucian nuestras paredes.

 

  



martes

HACE SETENTA AÑOS

Hace setenta años, hice mi primer desnudo (casi) integral. Luego han venido otros, la mayor parte de ellos en audición privada; pero ninguno como ese primero en la vida que hoy, al llegar mi setenta aniversario, quisiera compartir.

Por suerte para ellos, no se me ha ocurrido hacer lo mismo con mis hijos...


 ¡Y mucho menos con los nietos!!


sábado

LA SEGUNDA Y LENTA AGONÍA DEL ALEMÁN DE CAMELLE


Autoretrato de Man
   El último temporal ha causado graves destrozos al Museo de Man. Muchos se llevan las manos a la cabeza, lamentando los daños provocados por el mar. Pero si el museo sigue desmoronándose es porque en los últimos ocho años NADIE  ha hecho algo efectivo para protegerlo. Palabras bonitas y actos institucionales han sobrado, los hechos siguen brillando por su ausencia.

   Los siguientes fragmentos corresponden al borrador de una carta que Man dirigiera en 1986 a Camelle y al concello de Camariñas. Pudieran haber sido escritos esta mañana, porque la situación es la misma.
 
 (Para leer el texto, hacer click sobre la imagen)







 







   

   


   Algo hay que hacer para intentar salvar el valioso legado de Manfred Gnädinger. Y tendremos que hacerlo los que nos consideramos sus amigos, con nuestras propias manos.