Este mundo está en permanente cambio. Nada hay estable en
él y lo que hoy es posible mañana no lo será. A menudo ignoramos esta verdad
elemental que suele marcar la diferencia entre la victoria o la derrota de nuestras
más íntimas esperanzas.
Con demasiada frecuencia perdemos las mejores oportunidades de nuestras vidas por actuar a destiempo, ya sea que
nos anticipemos o, lo que es mucho más común, que actuemos demasiado tarde. Las
condiciones para alcanzar nuestros sueños están hoy creadas, aparentemente estables e inalterables. Y al parecer todo asegurado, lo dejamos
para luego, olvidando que “luego” nunca llegará.