Carmina
Benguría es una reconocida declamadora, una preciada gloria de la época en que
los teatros rebosaban de gentes dispuestas a vibrar con la fuerza de la buena
poesía. Pero Carmina es algo más que la niña menuda y enérgica que encandilara
a los premios Nóbel Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez, entre
tantas otras personalidades. Es bastante más que la joven acreedora del
reconocimiento oficial de los gobiernos español, mexicano y ecuatoriano; la que a mediados del siglo
XX enamorara a toda iberoamérica interpretando, dando nueva vida, a los grandes
poetas de nuestra lengua. Es Carmina mucho más que la mujer exiliada, fiel a
sus convicciones, cinco décadas anteponiendo el decoro a la comodidad. Es aún
más que la ardiente defensora de José Martí, empeñada en develar su verdadera
esencia de Avatar.
Carmina Benguria es
una cubana encantadora que a su 92 primaveras acaba de publicar un poemario
inefable: ESCÚCHAME LA VOZ (Editorial Ego Group, Miami).
Quite
de mi lo imperfecto
enderece
lo torcido
barra
yo lo tenebroso
reine
en mi lo Divino
Nos dice Carmina en su poema Voluntad. Gracias, buena amiga, por tu
generosa presencia. Bien sabes cuanto agradezco el haber atravesado el
Atlántico para poder conocerte.