domingo

LOS 80 DEL NANO

 

     Cuando le conocí hace cincuenta años, yo acababa de salir de la cárcel y él, exiliado del franquismo en México, visitaba Cuba por primera vez. La verdad es que lo primero que le envidié a aquel flaco ecuánime con cara de buena gente fue la melena, que llevaba suelta sobre los hombros en un país donde el pelo largo constituía una peligrosa desviación ideológica.

Joan Manuel Serrat resucitó para nuestras almas a la inefable poesía de Antonio Machado y de Miguel Hernández; y aportó a nuestras almas su propia poesía, reflejada en canciones como Penélope, Mediterráneo, Aquellas pequeñas cosas, Lucía, Hoy puede ser un buen día, La mujer que yo quiero... y tantas otras hasta sumar más de trescientas.

Con su música y su actitud ante la vida, durante varias décadas Serrat nos ha enseñado a pensar, a poner al bien por delante del mal, a soñar con los ojos abiertos, a levantarnos tras cada caída, a amar con el cuerpo y el alma, a mantener los principios humanistas por encima de las conveniencias personales; a ser personas decentes. Él mismo no lo sabe, pero su periplo vital ha ayudado a cambiar para bien a muchas vidas; y lo ha hecho sin dañar a ninguna otra vida. No sé si habrá algún héroe con pedestal, de esos que el mundo aplaude, del que se pueda afirmar lo mismo.

¡Feliz ochenta cumpleaños, querido Maestro!