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lunes

DESDE EL BALCÓN: MADRUGADA EN SANTA CLARA

 

  Una pareja discute en la acera. Varios perros callejeros ladran si parar; y los de la pelea, evidentemente borrachos, les mandan a callar con gritos.

Yadira (así dice ella que se llama) vocifera: “¡Hoy te moriste para mí!”, y la tropelosa voz de un hombre acorralado le responde: “Lo hice sin darme cuenta, coño”.

Una bronca que dura toda la madrugada. La pareja grita obcecada, los perros ladran en un coro interminable y yo -acosado por el insomnio- me pregunto si esta trifulca acabará en tragedia; o si, como suele suceder, mañana por la noche volverán estos dos a besarse bajo mi balcón.

 


 

domingo

AMANECER EN SANTA CLARA




La habitación donde duermo en Santa Clara tiene tres grandes ventanas y un balcón que da a la confluencia de dos calles bastante transitadas.

Los primeros ruidos de la jornada entran a mi habitación a eso de las cuatro de la madrugada cuando, de lunes a sábado, pasa galopando un caballo con un carretón cargado de vaya usted a saber qué cosas de metal. Luego, sobre las cinco y media de la mañana, se para debajo del balcón un vendedor ambulante que, incansable, repite hasta el aburrimiento: “¡Panadero, el pan suave! ¡Panadero, el pan suave! ¡Panadero...”; y a las seis y media otra voz más grave, al parecer de un señor corpulento, vocifera en el mismo sitio: “¡Vaya, el pan de corteza dura, mami! ¡El pan de corteza dura pa ti, mami!”. 

Todo esto amenizado por el canto de los gallos mañaneros, la eufórica algarabía de algún borracho trasnochado y los ladridos de los perros callejeros. Esa es la razón, y no la poesía, por la que casi siempre espero la salida del sol sentado en el balcón.


Desde mi balcón se domina en toda su extensión la calle san Vicente, que está fielmente orientada de este a oeste. Así, junto con el amanecer, todas las mañanas asisto al espectáculo de la gente que se ha levantado temprano para -a pie o encima de cualquier cosa que tenga ruedas- ir al trabajo, al colegio, al mercado, al médico, a donde sea…

Aquí van algunas imágenes del despertar de la buena gente en Santa Clara.