martes

LA REGENTA EN LA HABANA


   Yoana es una insatisfecha profesora de Lingüística de la Universidad de La Habana con un marido demasiado mayor para ella, y un enamorado demasiado joven siguiéndole los pasos. ¿Es posible sobrevivir con éxito a tamaño dilema?

Mientras trabaja en su tesis doctoral sobre La Regenta, la profesora Yoana rescribe la historia de la inmortal novela de Leopoldo Alas “Clarín” desde su personal punto de vista, como a ella le gustaría que se hubieran desarrollado los acontecimientos, y de forma paralela nos va contando también la historia de su vida en La Habana del siglo XXI; porque entre Yoana y la protagonista de La Regenta, a pesar de vivir en épocas y lugares tan  diferentes, hay muchísimos puntos en común.

Teresa Dovalpage describe la surrealista realidad cubana con fina ironía, sin  apelar al panfleto o el morbo, el teque y la moraleja. Poniendo el dedo en la llaga, pero evitando apretar más de lo debido. De una manera delicada y veraz, divertida e incitadora; genial.

Hay dos tipos de novelas: las que te enganchan desde el capítulo uno y te dejan un inolvidable sabor de boca,  y las que te llevan a remolque hasta que logras deshacerte de ellas. La Regenta en La Habana, recientemente publicada por la Editorial  EDEBÉ, es de las primeras y hasta se queda uno con deseos de que continúe la historia para ver cómo su heroína logra mantenerse a flote en esa moderna Vetusta que también es La Habana.

Gracias, Teresita, porque tus libros nos renuevan la esperanza en la buena literatura y, qué coño, nos divierten, chica, nos divierten cantidad.

sábado

EL SARGO QUE VOLVIÓ AL MAR

    ¿De dónde sale tanta gente en verano? Aparecen dos días seguidos con sol y la apacible ría de Aldán se llena de embarcaciones y turistas. ¡Qué desastre! ¿Cómo pescar entre los que hoy abarrotan las playas? Durante un buen rato camino por los arrecifes, buscando sin éxito un sitio donde lanzar la caña. Al final me decanto por una estrecha península que la bajamar ha dejado al descubierto, cuidando no quedar atrapado cuando la marea suba, que lo hace con increíble rapidez en esta zona. Una hora de pesca y tres peces comestibles. Necesito capturar uno más, pues en casa somos cuatro sin contar a la perra y el gato. El agua porta una increíble transparencia y en el fondo del mar, a unos tres metros de profundidad, un sargo de buen tamaño husmea entre las rocas. Lanzo la carnada y la voy arrastrando lentamente hasta ponerla a su lado. Curioso o desconfiado, el pez observa el cebo con atención antes de decidirse a tragarlo. Tras una corta lucha lo saco del agua, le quito el anzuelo y lo tomo en las manos para guardarlo en el canastro junto con las otras capturas. Es un hermoso ejemplar, de color gris plateado y ojos vivaces. Recuerdo aquellos años en que la única carne que comían mis hijos era la que yo pescara, y si no pescaba no se comía carne en casa. Devuelvo el sargo al agua. Permanece el animal un rato de costado en el fondo, moviendo las agallas con ansiosa dificultad, hasta que se recupera y con un coletazo desaparece entre las rocas. Me da lástima ese pez que regresa, perplejo, a un océano del que nunca debió salir. Las olas empiezan a cercar la roca sobre la que estoy encaramado y decido regresar a casa. En el camino encuentro un improvisado chiringuito donde varias familias con niños se refugian del agobiante calor de un día que ya empieza a declinar. Me siento en una mesa vacía, bebo dos cañas que parecen recién llegadas del Polo Norte, observo a los pequeños jugar despreocupados y escribo estas líneas que con toda seguridad poco le dirán a los demás.


jueves

EN EL AEROPUERTO


Gentes que parecen miembros de una misma religión, vestidos todos con elegantes tonos oscuros. Caminan ausentes, con frenética prisa, asidos a un teléfono móvil y al inevitable portafolios. ¿Viajan? ¿Viven? ¿Están en este mundo?

Sonrisas forzadas, caras serias, piel cetrina y ojos cansados. Hablan sin parar, como entrenadas cotorras, pero ni ellos mismos parecen escuchar sus estereotipados discursos. ¿Qué coño les pasa? ¿Es esto lo que llamamos éxito en el mundo de hoy?

 

viernes

LA FOTOGRAFÍA


La fotografía es mucho más que luz y encuadre. Una foto es un mensaje del pasado, la evidencia de que algo ha existido; y nos muestra a ese algo congelado en el tiempo, tal y como fue en un instante determinado.

Nuestros más íntimos recuerdos no son más que fotografías matizadas por el photoshop de la imaginación. Nos alimentamos de ellos o los rechazamos, pero están ahí, imbatibles, como evidencia irrefutable de lo que un día fue y ya no volverá.

martes

BEBO VALDÉS

                                                  (Foto de Ricardo Gutierrez)

En una entrevista realizada hace algunos años, el genial músico declaró: "A la generación de relevo le doy el mismo consejo que me dio mi madre: aplicarse para salir adelante y que crean en el Espíritu Santo, porque te limpia y te transforma para mejor".

Bebo fue un gran músico, pero ésa no es la razón principal de mi admiración hacia él. El Bebo Valdés de los últimos cincuenta y dos años me enseñó el valor del decoro, del saber estar y respetar, del pagar a gusto y sin rechistar el a menudo alto precio de la libertad.

BEBO:  En mis sueños te colmo de bendiciones...



miércoles

LOS ÁRBOLES DE MI VIDA

Los árboles, y las plantas en general, son los únicos seres vivos que  no se alimentan de otros seres vivos. No matan para subsistir. Se nutren de la tierra, el agua y el sol. Los grandes árboles no suelen morir de eso que llamamos muerte natural. Son los testigos mudos del paso del tiempo. Llegan a vivir siglos y sólo las inclemencias de la naturaleza, la mano del hombre o las enfermedades pueden acabar con ellos.

Hay tres grandes árboles y un arbolillo en mi vida.
El primer gran árbol es el alcornoque que domina la cumbre del monte de A Peneda, cerca del pueblo redondelano de O Viso, sitio desde el que se puede admirar una magnífica vista del fondo de la ría de Vigo. Cerca del árbol existe una capilla construída sobre las ruínas del castillo de Castrizán, destruído en 1479 por el inefable  Pedro Madruga, enemigo en esa época de los llamados Reyes Católicos. En fin, que cuando Madruga destruyó el castillo, hace poco más de 500 años, ya estaba allí, dominando el paisaje, el alcornoque que nos ocupa.
 

El segundo de mis árboles preferidos es el Ciprés de Samos, que escolta la puerta de entrada a la capilla románica del siglo IX situada cerca del monasterio. Es un árbol milenario, imponente, con su tronco lacerado desde hace décadas por un rayo que no logró destruirlo. Si el alcornoque de A Peneda es una invitación a disfrutar de la naturaleza, el Ciprés de Samos constituye un llamado a la meditación y la oración, a buscar lo que de eterno pueda haber en nosotros.


El tercero de mis grandes árboles apenas tiene unos cincuenta años. Lo sembró mi abuela Agustina en un pequeño cantero y cuando tenía unos cuatro años lo trasplantó mi padre al traspatio de nuestra casa cubana: un rectángulo de cascajo donde no crecía ni la hierba, pero no contábamos con otro sitio mejor para él. Al envejecer mi padre me tocó a mí cuidar de aquel árbol que se resistía a morir y así empecé a regarlo, abonarlo, protegerlo con sogas de los ciclones... Se trata del aguacate que, sobre todo en los primeros años la década de los noventa, alimentó a toda nuestra  familia en los meses de julio a septiembre de cada año. Porque en esa época en mi casa se comía aguacate con lo que apareciera: aguacate con frijoles, aguacate con harina, aguacate con huevo frito en agua, aguacate con tilapia pescada con nuestras manos.... y aguacate solo cuando no había otro remedio. El árbol aún permanece allí, dándole sus frutos generosos a los que ahora viven en aquel sitio.
Hace cinco años me trajeron de Cuba varios frutos de aquel árbol y planté una de sus semillas, primero, como antes hiciera mi abuela, en una maceta hasta que la postura estuvo bastante fuerte y pudimos llevarla a un patio cercano donde crece por días, buscando la luz.

 
Así, un hijo del aguacate que mi abuela plantara hace medio siglo en Cuba crece ahora en Galicia. Y éste es mi cuarto árbol, el arbolillo entrañable, el que todos los días me recuerda que nunca debo olvidar lo vivido y que siempre hay un buen futuro esperándonos al otro lado de la tribulación.  

martes

MANIQUEÍSMO COTIDIANO


Desde siempre en este mundo han contendido dos fuerzas elementales: el amor y el odio.
Dos fuerzas que a pesar de su naturaleza intangible constantemente transforman la realidad. Son inseparables, porque la una no tiene sentido sin la otra: sin la presencia del amor el odio pierde su connotación negativa, y viceversa.
El enfrentamiento permanente entre el amor y el odio se produce a todos los niveles del universo; y también, por supuesto, en el interior de los seres humanos. La máxima expresión del amor humano es la entrega total, la que no espera absolutamente nada a cambio de la propia vida; la del odio, la constituye la indiferencia calculada e interesada. Pocas veces se presentan ambas fuerzas en su estado puro, y acostumbran mostrarse en infinidad de facetas diferentes: envidia, prepotencia, cariño, respeto...
A pesar sus múltiples facetas, son fáciles de identificar: el amor edifica y une; el odio separa y destruye. El amor es una mano extendida, y el odio un puño apretado. Así de sencillo. Como todo lo verdaderamente importante. 
El amor y el odio suelen combinarse dentro de una misma causa, llegando incluso a combatir unidos, hasta que uno de ellos logra hacerse con el mando e impone su voluntad. El amor y el odio, con sus múltiples combinaciones, son la materia prima de nuestros sentimientos. Son las verdaderas fuerzas motrices del universo.

lunes

PROCRASTINACIÓN, SERENDIPIA, RESILIENCIA Y DOS COJONES

Nada hay nuevo en este mundo, excepto el recién llegado a él.
En los últimos tiempos han empezado a ponerse de moda una serie de palabras fabricadas, digo yo, con la finalidad de resaltar la supuesta erudición de quienes las utilizan y la probable estolidez de quienes desconocen su significado.

La primera palabra de este tipo que escuché me pareció interesante: PROCRASTINACIÓN, voz que wikipedia define como "la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables". Luego de pensarlo un poco comprendí que procrastinación es precisamente aquella actitud a la que en mi tierra se le llama "andar comiendo mierda por ahí". Ni más ni menos.

Otra palabra un poco más complicada, cuyo uso está tomando imparable auge en los círculos intelectuales, es SERENDIPIA; o sea: "un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta". A eso le decíamos en mi niñez "tocar la flauta de casualidad" o, si jugabas al billar, alcanzar algo "de chiripa". Así de sencillo.

Y ahora, ayer, escuché en boca de un conocido personaje televisivo el enrevesado vocablo RESILIENCIA, definida por la inefable wiki como "la capacidad de las personas o grupos de sobreponerse al dolor emocional para continuar con su vida". Coño, ¿no es éso a lo que a lo que desde siempre en la calle le  llamamos "echarle dos cojones (u ovarios) a la vida"?

En fin, que como escribió L. da V. en una pared del centro de Vigo:

miércoles

EL ÚLTIMO FAN DE DAVID BOWIE

 Como buen subdito de un gobierno que durante medio siglo anatemizó todo lo que olía a capitalismo, las canciones de mi juventud fueron precisamente aquellas que no me gustaban.
Así, para mí, los Beatles dejaron de ser una peligrosa "desviación ideológica" varios años después del  asesinato de John Lennnon. Y descubrí a mis contemporáneos los Rolling, a Queen, Dylan y etcétera a través de mis hijos ya adultos.
Alguién, algún avispado, pensará que  vivo con demasiado  retraso. Lo siento, soy así, lento en llegar; pero cuando llego lo hago a gusto y a fondo, lo cual también puede ser bueno según de qué cosas se trate.

Ahora, cuando ambos transitamos la sesentena, acabo de descubrir a David Bowie que, por cierto, anuncia nuevo disco luego de diez años de silencio. La canción que hoy  quiero compartir es Héroes:

Yo quisiera poder nadar como los delfines, como los delfines quisiera nadar
Aunque nada los hará alejarse (a los malos) podemos vencerlos por siempre y para siempre
Podemos ser héroes solo por un día...

No somos nada y nadie podrá ayudarnos
Tal vez nos están mintiendo, y entonces mejor no quedarse, pero podríamos ser héroes solo por un día...

 Aquí está el enlace a la canción en Youtube, y que cada cual la interprete como mejor le parezca:
Heroes - David Bowie - En vivo - Subtitulado Castellano - YouTube 

jueves

ESCÚCHAME LA VOZ

Carmina Benguría es una reconocida declamadora, una preciada gloria de la época en que los teatros rebosaban de gentes dispuestas a vibrar con la fuerza de la buena poesía. Pero Carmina es algo más que la niña menuda y enérgica que encandilara a los premios Nóbel Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez, entre tantas otras personalidades. Es bastante más que la joven acreedora del reconocimiento oficial de los gobiernos español, mexicano  y ecuatoriano; la que a mediados del siglo XX enamorara a toda iberoamérica interpretando, dando nueva vida, a los grandes poetas de nuestra lengua. Es Carmina mucho más que la mujer exiliada, fiel a sus convicciones, cinco décadas anteponiendo el decoro a la comodidad. Es aún más que la ardiente defensora de José Martí, empeñada en develar su verdadera esencia de Avatar. 
Carmina Benguria es una cubana encantadora que a su 92 primaveras acaba de publicar un poemario inefable: ESCÚCHAME LA VOZ (Editorial Ego Group, Miami).
 

Quite de mi lo imperfecto
enderece lo torcido
barra yo lo tenebroso
reine en mi lo Divino

Nos dice Carmina en su poema Voluntad. Gracias, buena amiga, por tu generosa presencia. Bien sabes cuanto agradezco el haber atravesado el Atlántico para poder conocerte.

lunes

VIEJO CUENTO DE INVIERNO


Un presidente cualquiera, animado vaya usted a saber por qué razones, decide liberar un país ubicado a diez mil kilómetros de distancia del suyo y los bombardeos que ajustician al tirano de aquel país también asesinan a la esposa e hijos de un campesino analfabeto.

El presidente se convierte en una figura mundial gracias a su victoriosa actuación y el campesino vaga por los calcinados campos de su patria con el alma destrozada,  meditando -quizás- la futura venganza. Nunca sabrán el uno del otro, pero victimas y victimario se encuentran unidos para siempre por los caprichos del azar aparente.

Todo en esta vida es frágil. Por eso deberíamos medir cada gesto y palabra que lanzamos al universo. Puede que no tengamos fuerzas para arrasar una nación; pero con nuestras actuaciones egoistas podemos asesinar las mejores ilusiones de un niño, de un anciano o del posible amor de nuestras vidas.

DIALÉCTICA DE LA OPORTUNIDAD



Este mundo está en permanente cambio. Nada hay estable en él y lo que hoy es posible mañana no lo será. A menudo ignoramos esta verdad elemental que suele marcar la diferencia entre la victoria o la derrota de nuestras más íntimas esperanzas.

Con demasiada frecuencia perdemos las mejores oportunidades de nuestras vidas por actuar a destiempo, ya sea que nos anticipemos o, lo que es mucho más común, que actuemos demasiado tarde. Las condiciones para alcanzar nuestros sueños están hoy creadas, aparentemente estables e inalterables. Y al parecer todo asegurado, lo dejamos para luego, olvidando que “luego” nunca llegará.
 
Dos días seguidos con un sol radiante no implican, para nada, que al tercer día no aparecerá la tormenta.