miércoles

ATERRIZAR EN PARÍS



El avión parecía flotar dentro de un insondable océano negro, suspendido en el espacio, con la nada infinita como única certeza. Cansado, me refugié en mis propios pensamientos, y cuando hastiado de mí mismo volví a mirar por la ventanilla de la nave, descubrí que la noche había parido multitud de estrellas y en un rincón del firmamento la luna sonreía satisfecha. Ante la inesperada presencia de lo inefable, el tiempo semejaba no discurrir. Dejé a un lado los asuntos personales y viajé de estrella en estrella, y de sueño en sueño; convertí realidades en utopías, y viceversa. 

Pero nada es inmutable en este mundo, y todo lo bueno puede cambiar incluso a mejor. Mientras mi mente viajaba por el cosmos, al otro lado de la ventanilla del avión las fulgurantes luces de la noche cedían protagonismo a un ascendente disco de fuego que, imparable, iba tiñendo el cielo de cambiantes tonalidades azules, naranjas, rojas... y el primer rayo del sol de esa jornada me acarició la mirada. Amanecía en el avión y bajo sus alas descubrí a París nevado, con el Sena refulgiendo agradecido a la incipiente claridad de la mañana. La imponente ciudad Luz, la Meca de todos mis reencuentros, insólitamente blanca y dorada al alba, cabía toda en la palma de una mano. Volví a la tierra conmovido por el espectáculo que acababa de regalarme el universo; pero cuando entré en el aeropuerto y tropecé con el ruido ambiente parisino, debí dejar a un lado el regalo para sumergirme sin remedio en la necia rutina cotidiana.

martes

FALSO CUENTO DE NAVIDAD



La mitad de las historias que nos venden son mentiras aderezadas, y la otra mitad son verdades distorsionadas.
Acabo de encontrar en youtube un bonito vídeo que comienza con una niña regalándole una moneda a un músico callejero. La verdad es que la trama logró atraparme casi desde el primer momento, hasta que descubrí como telón de fondo la sutil propaganda de una conocida entidad bancaria.

El cuento es enternecedor, véanlo si quieren:

 ▶ →UNA NIÑA LE DA UNA MONEDA A UN MUSICO...

Aunque apuesto cualquier cosa a que al final de la historia  el banco se quedó con la moneda de la niña y todavía le debe el sueldo a los músicos de la orquesta...

sábado

DONDE CRECEN LOS OTOÑOS

Fran Álvarez Charneco posee el don de convertir en poesía todo lo que toca. Libros como Ha pasado un ángel, Cartas de amor y silencio, La voz sentida y En un rincón del alma, entre otros, dan buena fe de ello. Y ni hablar de su participación en Fábrica de sueños, el grupo musical que desde hace veinticinco años comparte con Inma, Anabel y Paco, en una exquisita trayectoria que bien merece el reconocimiento del gran público.

Acabo de releer la ultima obra de Fran, "Donde crecen los otoños", una novela que penetra el alma y los sentidos. Un libro como una daga que restaña todo lo que hiere, como un viaje con los ojos bien abiertos por el interior del ser humano que somos todos y cada uno de nosotros. Una historia donde un par de botas usadas, una inmutable fuente de piedra o los acordes de cualquier olvidada melodía valen tanto como la propia vida. Una trama que bucea en el dolor y el miedo para encontrar la luz.

Porque Fran es mucho más que un buen escritor: es un irreductible heraldo de la esperanza. 
     


jueves

ESOS DESCONOCIDOS IMPRESCINDIBLES


Hay magníficos escritores que nunca salen en los periódicos ni ganan honrosos premios literarios. Pacientes, tenaces, irreductibles, ajenos a las efímeras pompas de la vanidad, constructores en la sombra de obras que el tiempo consolida como imprescindibles.


Xosé Manuel García López es uno de esos exquisitos orfebres desconocidos. Seis novelas ha publicado en los últimos años, seis diamantes que constituyen también una crónica subterránea de la ciudad que le vio nacer y donde, paradójicamente, muy pocos conocen su obra. Merece atención, sobre todo entre los suyos, aunque bien sabido es aquello de que “nadie es profeta en su tierra”.  


Desde aquí quiero llamar la atención sobre este francotirador de la cultura, insobornable  y veraz, que en silencio construye la crónica negra de una ciudad -Vigo- ignorante de sí misma. 



martes

SI CREES QUE...

SI CREES QUE ESTE MENSAJE VA CONTIGO, NO PIERDAS UN SEGUNDO MÁS

(ABSTENERSE PERVERTIDOS, SEÑORAS EGOÍSTAS Y PESIMISTAS CRÓNICOS)

MAN

- Moriré un día y el museo seguirá por mí. Una  vez que yo esté muerto váis a entender mi vida -dijo Man aquella tarde en la playa de Traba.

Tras su afirmación, permaneció un buen rato en silencio. Y pensé que al alemán de Camelle, formado en una cultura tan diferente, le resultaba difícil expresarse con claridad en nuestro idioma; o tal vez el hermetismo formara parte de su particular forma de ser, o constituía la amarga secuela de una infancia lacerada, ¿quién podría afirmarlo? En estas cosas pensaba cuando un delfín solitario apareció de improviso en la orilla de la playa. Durante un segundo sacó la cabeza fuera del agua, se viró de lado y nos observó con una mirada en la que creí percibir sentimientos; una mirada casi humana. Mientras se sumergía de nuevo en el océano, bañado por el tibio sol del atardecer, el cuerpo del delfín adquirió un tono  gris-rosáceo y la mirada cómplice del animal se quedó en mí como un saludo, una caricia, un mensaje, una mano extendida. Man exhibía su melancólica sonrisa, contento con la presencia del animal...
"Una vez que esté muerto váis a entender mi vida" dijo el alemán de Camelle aquella tarde del delfín en la playa de Traba. Han pasado más de diez años de la muerte de Man y las autoridades responsables de su museo siguen sin querer entender nada de nada.

Noticia publicada hoy en La Voz de Galicia:
(fotografía original de Manolo Posse)   

domingo

LOS GIRASOLES DE DIEGO


-  Las plantas necesitan tierra, agua y sol para crecer. Lo aprendí en el cole -me dijo Diego una brumosa tarde de abril.

-  ¿Conoces los girasoles?

- Sí, me gustan mucho. En el cole tenemos láminas muy bonitas.

- ¿Pero alguna vez has visto un girasol de verdad?

Se rascó la cabeza antes de responder con los ojos muy abiertos:

-  No, sólo he visto girasoles pintados.

-  ¿Y por qué no plantamos unas pipas a ver qué pasa?


A Diego le encanta todo lo que sea remover la tierra, con lo que aceptó encantado la idea de sembrar unas pipas de girasol en el patio de mi casa. Él suele venir a verme (en realidad lo traen, porque sólo tiene cuatro años) una vez por semana y así, asombrado, vio crecer los girasoles a saltos.




En sus visitas los regaba y observaba con atención, especialmente uno plantado en una maceta mediana que pronto le rebasó en altura.




De esta manera asistió al rápido crecimiento de unas plantas que pronto se vieron visitadas por las abejas y muchos otros insectos. El agua, el sol y la tierra unidos hacían crecer la vida ante sus ojos. 




Esta semana llegó por fin la hora de la tan esperada cosecha.




Diego y Lala se encargaron de recoger las flores secas y separar las pipas en tres grupos: una parte la comeremos nosotros, otra la guardamos para sembrarla el año que viene y una tercera parte se la dejamos a los pajarillos que desde hace varias semanas visitan nuestro patio atraídos por el alimento que tanto necesitan para sacar adelante a sus crías.